Nuria, una cárcel y la naturopatía
A Nuria la metieron presa por hacerle caso a un novio suyo que era un “camello” de poca monta y sin remedio.
Es la hija de una amiga mía. Siempre fue una niña normal pero después del instituto las amistades cambiaron y con ellas los hábitos. En fin, ya te puedes imaginar. Y cuando no estás demasiado pendiente de los hijos por aquello de “darles su espacio” pues algunas veces el espacio se reduce tanto que termina siendo tan estrecho como una celda.
Le han caído 6 años pero con trabajo en prisión y buena conducta saldrá en 3. Así que su santa madre la espera con 23 añitos en casa y da por hecho que sin novio…
Un día fuimos a verla al talego (así le llaman) y a pesar de estar bastante desanimada intentamos enfocar su mente en el día de su libertad.
Le preguntamos que cuál había sido siempre su sueño, y nos miró a ambas y dijo algo así como “no os lo vais a creer, pero mi sueño siempre fue cuidar de las personas y sanarlas”.
¡Claro que nos lo creímos, si era una niña encantadora! Así que tanteamos el tema de estudiar medicina… no, no lo veía factible. Y fue cuando le propusimos estudiar naturopatía…
Cuando le conté todas las técnicas, estrategias, terapias que usamos para devolver a las personas una sonrisa, la ilusión por vivir, eliminar dolores y trastornos, a Nuria se le iluminó la cara y nos dijo: “Eso es lo que yo andaba buscando”.
Como no puede ser de otra manera le envié libros de naturopatía y elaboramos un calendario de prácticas y exámenes. La educadora de la prisión consideró que podía ser una buena idea.
Y así comenzó la nueva etapa de Nuria… ya no habría riesgo de recaída ni de amistades peligrosas. Ahora era ella una sanadora, un punto de luz en la sociedad, una educadora en su entorno, o sea, una naturópata.
Transformaciones similares o distintas a estas las tenemos todos los dias. La naturopatía engancha… y solo conoces personas que merecen la pena.
Te animamos a descubrirlo…