Pregúntale a tu cuerpo…él lo sabe: Kinesiología
KINESIOLOGÍA
El término Kinesiología procede, etimológicamente, del griego: kinesis, que significa movimiento, y logos, ciencia o tratado. Así pues, la Kinesiología es la ciencia o tratado que estudia el comportamiento de los músculos en cuanto a movimiento se refiere.
De forma más precisa, podemos decir que la Kinesiología es la disciplina que estudia los desequilibrios físicos, energéticos, bioquímicos o psicológicos de la persona, en base a la información obtenida al someter a los músculos a una serie de pruebas o test.
A través de los movimientos musculares podemos Evaluar el Estado de Salud de la persona, de modo que la Kinesiología es un instrumento semiológico muy interesante para la EES naturopática.
Así mismo, la Kinesiología también se utiliza para corregir los múltiples desequilibrios. Con frecuencia, y una vez localizado el punto implicado, es suficiente la aplicación y presión suave de los dedos sobre el mismo para conseguir la estimulación orgánica, adaptándolo a su patrón energético adecuado.
Información y adaptación
Constantemente estamos recibiendo informaciones del entorno que nos llegan:
- a través de nuestros sentidos (sonidos, olores, colores, sabores, tacto),
- de nuestros receptores (de presión, temperatura, humedad, etc.),
- en forma de energías sutiles (ondas electromagnéticas, ionización, etc),
- informaciones emocionales y de interacción con los demás,
- ETC
Estas informaciones nos llegan todas a la vez, de modo que el cuerpo tiene que actuar como un ordenador increíblemente potente y rápido para poder analizar y procesar todos estos estímulos y producir una adaptación a los mismos.
Cuando recibimos una información a través de nuestros receptores (olor, tacto, presión, temperatura, etc.), éstos la captan y transforman la señal recibida para mandarla al cerebro, a través del sistema nervioso. El cerebro entonces analiza esta señal para ver si corresponde con una experiencia anterior – dando una respuesta inmediata – o si debe hacer una adaptación nueva.
Esta adaptación puede producirse de dos maneras:
- Adaptación en positivo: sin estrés y con aprendizaje.
- Adaptación en negativo: con estrés y sin aprendizaje, en cuyo caso, tendrá que terminar adaptándose alguna parte del organismo (a nivel físico, emocional, energético…)
Hay que tener en cuenta que los estreses se suman, y es la suma de los mismos la que va a percibir nuestro cuerpo y ante la que tiene que responder. Según la ley de Hans Seyle: “si el umbral del estímulo es superior a nuestra capacidad de respuesta, necesariamente se producirá una adaptación como respuesta”.
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